El cariño

Hace años, en este blog, mi punto de arranque para escribir era la definición de alguna palabra que buscaba en la RAE. Retomo hoy esa fórmula para escribir una declaración de cariño que, como siempre, creo que expreso mejor con palabras que con gestos. Gestos que anoche se pudieron quedar cortos y no quiero.

Dice la primera acepción que es la “inclinación de amor o buen afecto que se siente hacia alguien o algo”. Pues eso es lo que yo siento por las ocho personas con las que ayer compartí mesa para cenar, así, de sorpresa, sin esperarlo. Como las ocho saben que yo ante todo, soy sincera, no por todos siento lo mismo, porque todos lo sabemos, el roce hace el cariño. Los años compartidos nos han permitido “rozarnos”en mayor o menor medida y, nunca mejor dicho, porque hubo roces que a veces fueron choques, pero siempre, siempre, de ese choque y ese roce salió un hilo más fuerte que cimentó las diferentes relaciones que tenemos.

La segunda acepción habla de la “manifestación” de cariño y eso es lo que ayer, desplazándose al valle de Cenera todos manifestaron, con creces. Hacerlo en una noche heladora, como todas las que sufrimos desde hace semanas en este norte peninsular, muestra cómo no importaba el frío porque el calor de ese sentimiento mutuo pudo con él.

La tercera definición habla de “añoranza y nostalgia”, y yo, a todos y a cada uno, los añoro en estos días de asueto que me he tomado para resetear mi cabeza y mirar las cosas con perspectiva. Ellos ayer me demostraron que también sienten nostalgia por mi presencia y, por eso, GRACIAS, con mayúsculas. Sentirse añorada es un gran regalo en estos momentos en los que una no sabe si lo vivido ha merecido la pena. Ayer ganó puntos el sí.

Vamos ya por la cuarta: “esmero o afición con que se hace una labor o se trata una cosa”. Y eso lo compartimos los ocho por un proyecto que lleva años rodando y que va como un tiro gracias al cariño de los que nos sentamos en la mesa redonda de la cena y de todos los que habitan y orbitan dentro y fuera del edificio redondo del convento de Gijón.

Y para no alargarme llego a la quinta acepción: “regalo, obsequio”. Gracias por haber estado conmigo, por regalarme esos minutos en torno a una mesa de charla distendida, de intercambio de pareceres sobre peluquerías, cocinas, maternidades estrenadas, proyectos, familia, … en definitiva, por compartir la vida que nos ha hecho cruzar nuestros caminos y andar juntos.

Gracias por vuestras toneladas de cariño depositadas en este pequeño rato del que no hicimos ni una sola foto pero de la que yo me traigo un vídeo que me emociona y con el que llevo ya aburriendo a mi familia varios minutos. Se os quiere, infinito.

PD No son 4.000 palabras Herrera, pero por algo se empieza.

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