Este martes los ministros de la Unión Europea vuelven a reunirse para ver si ponen solución a la crisis de los refugiados que siguen huyendo de sus países en guerra en busca de una vida mejor. Bueno no, en busca de una vida. Y ya es la tercera vez, si no me equivoco, que se reúnen para lo mismo. Hoy hay que cambiar el sistema pensado en el encuentro anterior porque Hungría no está por la labor y los países del Este no quieren nada de obligatoriedad, ni oír hablar de ella. No se ponen de acuerdo. Y oye tú, sin prisa.
Yo creo que entre reunión y reunión estos ministros no ven la televisión, ni leen los periódicos, ni escuchan las radios. Es más, creo que entre viaje y viaje de avión no escuchan el clamor de los ciudadanos de sus países que les llevan semanas preguntando: ¿cómo lo hacemos?. Porque gente dispuesta a ayudar hay mucha. Hay ONG`s que saben de esto mucho más que todos ellos. Hay ayuntamientos que se suman a la red de ciudades de acogida. Hay propuestas de todo tipo, disparatadas o menos, pero haberlas haylas: que si un hospital viejo vacío, que si casas rectorales, que si habitaciones de seminarios, que si habitaciones de centenares de familias a las que les sobra un habitáculo, un fogón, una olla y un poco de comida, que si colectas en los pozos … Y éstas son sólo algunas de las que yo he escuchado y contado en un pequeño trozo de territorio del norte de España. Ese país al que la inmigración no le pilla de nuevas, todo sea dicho.
Propuestas hay, pero alguien, no sé quién, tiene que dar al botón del ON para que se articulen, se coordinen y se pongan en marcha. Y nada, nadie da al botón. Y yo, que he de reconocer que no he puesto ni mi casa a disposición de nadie, ni he donado a ninguna ONG, ni me he arremangado para colaborar, estoy perdida. Perdida porque no acaba de entrarme en la cabeza que la puñetera burocracia no sólo sea capaz de frenar la renovación de un carnet de conducir, o de un DNI, o la solicitud de una beca,… No, señores y señoras, la burocracia es capaz de dejar que miles de personas se hacinen en campos de concentración detrás de vallas metálicas fronterizas, en campamentos improvisados en las afueras de las ciudades, en lanchas que cruzan extensos mares, en caminos donde las lluvias otoñales y los vientos fríos ya no hacen de la huída ni siquiera un paseo un poco agradable. Es capaz de éso y mucho más. Porque la burocracia, ya se sabe, es lenta.
Eso sí, hoy en Bruselas hay una reunión para otro intento.