No esperes nada a cambio, de nada ni de nadie. Ni de tus buenas acciones, ni de tus buenas intenciones, ni de tus buenas decisiones, ni siquiera de las malas. Nada. Te vale más. Serás más feliz y no tendrás decepciones. No irás día a día engordando la lista de nombres de aquéllos y aquéllas que podían haber sido pero no fueron.
Vive sin mirar a los lados, es la tónica de los tiempos. Mira sólo adelante, al siguiente paso que tienes que dar, y olvídate de buscar manos en las que apoyarte porque escasean tanto que perderás el tiempo y, aunque hay más tiempo que vida, hay que aprovecharlo, exprimirlo, porque un día, desaparecerá.
Eso sí, si has tenido la suerte de encontrar una mano fuerte, de ésas que en el primer apretón te llenaron de energía positiva, de ésas que despedían confianza y que te hicieron intuir que ante ti tenías una persona que nunca, nunca te fallaría, no la sueltes. Vale más. Porque regresarás a ella sin dudarlo, porque en esta vida hay tantos instantes de vértigo que tener dónde aferrarse es fundamental.